La bonaerense no compite con la mafia
Por Claudio A. Jacquelin
LA NACION
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Domingo 1 de febrero de 2009 | Publicado en edición impresa
En el apogeo de "la mejor policía del mundo" (Duhalde dixit ), que al mismo tiempo era conocida como la maldita policía (el país entero dixit ), circulaba una ácida ironía que pretendía explicar mejor que miles de ensayos el problema de la inseguridad bonaerense.
El relato se situaba en un congreso sobre la mafia. Allí un experto norteamericano le planteaba su perplejidad a su par argentino: "¿Cómo es que en la Argentina no existe la mafia?". Nuestro compatriota, con el típico desparpajo y el tono sobrador que solemos usar cuando nos preguntan lo obvio, le respondía: "Johnny, es que en la Argentina tenemos a la bonaerense, y no le gusta la competencia".
La sucesión sin fin de hechos delictivos gravísimos en los que aparecen involucrados integrantes de la Policía de la provincia de Buenos Aires, como el reciente secuestro de Leonardo Bergara y otros menos resonantes, no sólo mantiene siempre actualizado el "chiste", sino que lo eleva casi al estado de profecía cumplida.
Organización vertical, extorsión y venta de protección, control y gerenciamiento de actividades ilícitas como el tráfico de drogas o la prostitución, dominio territorial para la comisión de delitos, vínculos promiscuos y espurios con el poder político, que se traducen en impunidad, y supervivencia en el tiempo son algunas de las principales características que definen a la mafia.
Cualquier parecido con la realidad cotidiana de la provincia de Buenos Aires puede ser pura coincidencia, aunque la reiteración hace cada vez más difícil creerlo.
Los expertos, los de verdad, no los del supuesto congreso de la falsa anécdota de esta columna, dicen que la permanencia de la mafia se asienta en tres pilares: la falta de voluntad política para enfrentarla, la naturalización de sus prácticas (es decir considerar normal lo que es irregular) y la ausencia de políticas de Estado que tengan continuidad en el tiempo.
La conclusión surge clara de la espeluznante investigación del periodista y escritor italiano Roberto Saviano, que con su libro Gomorra revela desde adentro y como nadie lo contó qué es, cómo opera y porqué sigue vigente la Camorra, la mafia napolitana.
Sus observaciones llevan inevitablemente a reparar en los espasmos de los gobiernos bonaerenses para enfrentar la corrupción policial, cuando no la complicidad lisa y llana de algunos funcionarios, la incorporación al folclore popular de las prácticas irregulares o directamente delictivas de los uniformados y la pendularidad de las políticas de seguridad que se han registrado en el distrito.
¿Será, entonces, una curiosidad, una casualidad, o algo más, que la provincia de Buenos Aires haya sido gobernada por el mismo partido durante los últimos 22 años y nada haya cambiado?
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