UNA REALIDAD QUE DESNUDO EL CRIMEN A GOLPES DE UN JOVEN DE 26 AÑOS
Alcohol, violencia y odio al "villero": el alma de las bandas de Mercedes
Funcionan desde hace dos décadas. Pero aumentó su nivel de agresividad. aumentó.
Por: Gisele Sousa Dias
Lo de "las bandas de los niños bien" es un buen anzuelo periodístico, pero una mala observación. De afuera, el colegio San Patricio, en Mercedes, parece una escuela pública. La cuota cuesta $ 177 y tiene un 100% de subvención estatal. Lo que sí es cierto es que ostenta el oscuro protagonismo de "la cultura de las banditas", que tiran bombas de pintura cuando los decibeles están bajos, pero que son capaces de tirar a un adolescente de un primer piso cuando el alcohol los pone altos.
Lo de las banditas no es exclusividad del "Sampa". En este colegio están "la banda del Halcón", en 3° año; la "del Gitano", en 2°; y "El Celta", en 1°. En el San Antonio, una de las seis escuelas confesionales de la ciudad, están "Los Perales", "El Alemán", "El Portugués", y hay otras tres en el Colegio Parroquial. Pero son las del San Patricio –que recién hace 9 años acepta mujeres, pero que van por separado al viaje de egresados de Córdoba– las que meten miedo. De hecho, los únicos dos detenidos por el homicidio de José Duarte, el joven de 26 años de Olavarría a quien mataron hace una semana a patadas y cinturonazos, son un alumno y un ex alumno. Dicen en Mercedes que las banditas existen desde hace dos décadas, pero que ahora aumentó su nivel de agresividad. ¿Qué mueve a las actuales? En Facebook, alguien que firma orgullosamente como "La Banda del Gitano", escribe: "1 x 1 tienen que morir. Que en el 2011 no quede 1 vivo. Juntémonos todas las bandas para matar a todos los villeros". Y sigue: "Para los que odian como yo a esos analfabetos hijos de re mil putas" y "no tiene cura esta gran enfermedad". Como aquí ya saben quiénes están en la mira, a nadie le sorprendió cuando se difundió la foto con los rasgos morochos de Duarte y se supo que era operario.
En voz baja, los antecedentes los conocen todos: cuando tiraron a un chico de las escaleras en un boliche (ver Me pegaron...) o el día en que quisieron copar el San Antonio y le partieron la cabeza a una portera y la espalda a una mamá. "El año pasado, a la Banda del Cañón, del San Patricio, le encontraron tanto alcohol y pirotecnia en el viaje de egresados que les prohibieron la entrada a todos los boliches", cuenta uno. "La 'pasarela' de 2007, un desfile al que van todos los egresados, fue un caos: llegó una horda de este colegio, coparon el escenario con pirotecnia, tiraron a los que desfilaban y prendieron fuego lo que había. Se creen tan superiores que se reservan el final: llegan últimos y de saco blanco", dice una madre. Pero lo que pasa en Mercedes cada Día de la Primavera, es insólito. Hace algunos años, todas las bandas se concentraban en la Plaza San Martín. El alcohol, las banderas y la pelea por el "control de la plaza" terminaban en batallas campales, cascotazos a casas y comercios y decenas de intoxicaciones alcohólicas. Tan mal terminaban que tuvieron que impedir que se junten en la plaza.
Ahora, durante el año, cada colegio vende rifas, tortas o hace bingos y juntan entre 15 y 55 mil pesos que usan para contratar desde barras de bebidas y carpas hasta toros mecánicos o grupos musicales como "Los Sultanes" o "El original". Cada uno compra kilos de pirotecnia, contrata seguridad privada y alquila una quinta en el Acceso Sur. "Es increíble que tengan que autoacuartelarse para evitar las bataholas –dice otra madre–. El Operativo Primavera parece una estrategia de guerra". Es esa estrategia la que describe Jorge Selva, presidente del Foro de Seguridad: "Dos meses antes tenemos que empezar con reuniones con la comisión de seguridad, los de control urbano, los jefes de la policía comunal y departamental, los cabecillas de cada banda, los directivos de cada colegio y especialistas en pirotecnia: entre los 4 o 5 mil alumnos gastan entre 30 y 40 mil pesos en pirotecnia. Ese día, desplegamos policías, bomberos y médicos y los separamos por horarios para que no se encuentren cuando ya están ebrios. Hay padres que nos ayudan y otros que no: algunos se turnan en las quintas para controlarlos, otros son los que unos días antes se infiltran y les llevan el arsenal de alcohol".
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